miércoles, 30 de marzo de 2011

Barack Hussein Obama: Una amenaza global.



Época

El candidato que logró seducir a millones en el mundo con un discurso de “cambio” se ha convertido en uno de los presidentes más bélicos e imperialistas de la historia estadounidense. Vendido como un producto de “esperanza” ante la opinión internacional, Barack Obama logró engañar a quienes veían en él una alternativa a la política agresiva de Washington.

Pero este “agente de cambio” no solamente ha aumentado las guerras en Irak y Afganistán, enviando más tropas y ampliando el presupuesto del Pentágono, sino también ha autorizado incursiones bélicas en Pakistán y Yémen, y ahora una guerra contra Libia.

Hacia América Latina, la política de Obama ha sido irrespetuosa y agresiva, primero con el golpe de estado en Honduras contra el Presidente Manuel Zelaya, seguido por la expansión militarista de Washington en la región. Al mismo tiempo, se ha endurecido un discurso hostil contra Cuba y Venezuela, lleno de amenazas y acompañado por aumentos en presupuestos multimillonarios para financiar la subversión y la desestabilización contra sus gobiernos.

UNA GIRA CÍNICA

Durante su primera – y breve – visita a la región en abril 2009, para asistir a la quinta Cumbre de las Américas en Trinidad, un sonriente Obama prometió trabajar hacia una relación de “iguales” entre su gobierno y los países latinoamericanos. Pero en el mismo discurso, durante lo cual se comprometió a fundamentar su relación con los gobiernos del Sur en el respeto, el presidente estadounidense desacató a su propia promesa. Instando a los pueblos latinoamericanos que habrían que “olvidar al pasado” para poder trabajar juntos hacia un futuro más “próspero”, Obama mostró sus verdaderas intenciones imperiales: borrar de la memoria – una vez más – todas las atrocidades que Washington ha cometido contra América Latina.

Casi dos años después, luego de haber viajado al mundo, Obama decidió que era hora de visitar a su “abandonado” patio trasero. Pero en lugar de agendar una gira que profundizaría la relación entre el país del norte y sus vecinos del sur, su equipo preparó una corta visita a tres países “seguros”.

La presencia de Obama en Brasil era obvio. El gigante suramericano es una de las economías más importantes del mundo y ha jugado un papel crítico en los intentos de Washington de frenar la “influencia” de Venezuela en la región. Documentos divulgados por Wikileaks demuestran como los diplomáticos estadounidenses trabajaban durante años con el gobierno brasilero para que les ayudara contener la expansión del “bolivarianismo” en América Latina. El ex presidente Luis Ignacio “Lula” da Silva no se prestó a la estrategia estadounidense, pero varios de sus asesores servían como fuentes – y puentes – importantes para los esfuerzos de Washington de mantener a Brasil como el súper poder suramericano.

Aparte de su importancia política, la visita de Obama a Brasil tuvo un objetivo económico. Según Michael Froman, asesor de Obama en asuntos de seguridad nacional y economía internacional, “El viaje fundamentalmente fue orientado hacia la recuperación económica estadounidense, las exportaciones estadounidenses y la relación crítica que América Latina juega en nuestro futuro económico y la creación de empleos en Estados Unidos”. Claro, cuando Obama ya no podía superar a los obstáculos económicos en casa, vino a su patio trasero para buscar como mejor podía explotarlo a su beneficio.

En Brasil, Obama prometió dos mil millones de dólares para la explotación petrolera en aguas brasileros, algo que llamó la atención a muchos en Estados Unidos. ¿No era una política de Obama independizar al país del petróleo y construir nuevas fuentes de energía renovable? ¿Qué hay detrás de ese acuerdo, un intento de socavar a Venezuela como el gigante petrolero de la región, o un intento de evitar otro desastre petrolero en aguas estadounidense, como sucedió el año pasado con la horrible contaminación de BP en el Golfo de México?

Y en Brasil, Obama cometió dos graves actos de irrespeto. Primero, a la desilusión del gobierno de Dilma Rousseff, Obama ni siquiera ofreció el apoyo a Brasil para obtener un puesto permanente en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, tema que era prioritario para el país suramericano. Segundo, usando a Brasil como su despacho móvil, Obama autorizó la guerra contra Libia mientras “conversaba” con la presidenta Rousseff. Es difícil imaginar un acto de mayor ofensa que tratar a un país soberano como un subordinando a la política estadounidense. Obama – primer presidente afro-estadounidense – lanzó una guerra contra un país africano desde el país latinoamericano con mayor población de afro-descendientes en la región. El simbolismo no puede ser descartado.

Siguiendo con el trato de patio trasero, en Chile, Obama se negó a responder a preguntas sobre el cruel papel de Washington en la historia contemporánea chilena – causa de miles de muertos, desaparecidos, torturados, miseria, persecución y represión masiva. De nuevo intentó sacudir el tema con su discurso de “vamos a olvidar al pasado” cuando aún no se han curado todos los heridos de ese “pasado” doloroso. Y para el colmo de todo, desde Santiago, Obama lanzó una amenaza contra Cuba. “Haré todo lo posible” para lograr el “cambio” en Cuba, declaró, como un buen jefe ante su reinado, donde él quita y pone gobiernos como le da la gana.

En El Salvador, Obama volvió a agitar los heridos del pueblo centroamericano, visitando a la tumba del Monseñor Oscar Arnulfo Romero, asesinado a manos de fuerzas paramilitares financiadas y entrenadas por Washington. Tampoco se disculpó por ese brutal asesinato, pero esa vez en lugar de instar al “olvido”, su presencia era una afirmación de la política intervencionista y agresiva de su gobierno. Obama, orgulloso de representar al demonio imperial, se paró frente a la tumba del Monseñor Romero, casi celebrando el éxito de la política de muerte que logró neutralizar la expansión comunista en la región y ahora instalar un gobierno de “izquierda” arrodillado ante Washington. Un sueño imperial hecho realidad.

RESPONSABILIDAD DE PROTEGER

A miles de kilómetros de su pueblo, sin consultar al Congreso y ni siquiera explicar sus intenciones ante el público estadounidense, Obama lanzó su tercera guerra. ¿Fue por cobardía que lo hizo lejos de su casa, o fue porque simplemente no le interesa, ni le importa al pueblo, como buen imperialista- arrogante y elitesco?

Con la excusa de una misión “humanitaria”, Obama, junto a sus aliados europeos, están atacando a Libia – país africano con grandes reservas estratégicas – petróleo y agua, y con un líder, Muammar al-Gaddafi, quien ha sido “nemesis” de Washington desde la época de Ronald Reagan. Escudiéndose en la nueva doctrina de “responsabilidad de proteger”, Obama y sus socios están bombardeando al pueblo libio y rodeándolo con su poderío militar.

La doctrina de “responsabilidad de proteger” reemplaza a la “guerra preventiva”, concepto Bushista que “justificaba” a Washington invadir o atacar a país cualquiera en donde ellos percibían una “futura amenaza” contra los intereses estadounidenses. Pero la “responsabilidad de proteger” llega más allá de la tesis de “futura amenaza” y se fundamenta en una supuesta responsabilidad de la comunidad internacional de “proteger” a los pueblos sin importar la soberanía de las naciones.

Ya no es solamente en nombre de alguna “libertad” que Estados Unidos invade países, ahora lo hacen para “proteger” a los pueblos. Con los intentos desde Washington de clasificar a Venezuela como un “estado terrorista”, algo que ya han hecho con Cuba, ¿quién podría asegurar que el próximo blanco de la amenaza Obama no sería América Latina?.

domingo, 20 de marzo de 2011

El Tigre de Papel destroza a Gadafi.



1. La megalomanía de los coroneles

“Francia será vencida. Estados Unidos será vencido. Gran Bretaña será vencida”, aseveró el Coronel Gadafi el miércoles pasado, y pidióuna “disculpa”de las potencias de Occidente por sus “errores” al apoyar la revuelta libia. Una declaración sorprendente del Jefe de un Estado desertico con cinco millones de habitantes. De hecho, una declaración que denota una separación psicótica de la realidad. Es parte del síndrome de megalomanía que se observa con frecuencia en los coroneles (coronelismo) y, casi siempre, en la soldadesca que llega a dominar el poder político. Gadafi, Saddam Hussein, Noriega, la lista es muy larga.


2. Los megalómanos ante el Tigre de Papel

La megalomanía de los militares autoconvertidos en presidentes resulta de dos factores: a) del sistema de dominación autocrático, sin controles democráticos, críticas públicas o incidencia real popular, que tienden a construir y; b) de la compulsión eufórica de poder que les suele inculcar la extraordinaria fuerza de un batallón militar en marcha o el paso de los tanques y aviones de combate. Sobreestiman ese poder abrumador frente a un potencial adversario y se les olvidan las reglas más básicas de la guerra, desde Sun Tzu a von Clausewitz, Napoleón y Rommel.

En el caso de Saddam Hussein, por ejemplo, antes de iniciarse las operaciones bélicas, escribí un análisis para el diario mexicano La Jornada, donde sostenía que pese al gran número de tanques iraquies, su Fuerza Armada no iba a durar ni seis semanas. Era fácil ese pronóstico (correcto). Bastaba conocer la Doctrina Militar de la OTAN de entonces (Air Land Battle 2000), derivada del Blitzkrieg de Hitler; la topología del campo de operaciones (desierto) y la inmensa superioridad aérea de los agresores. Estaba claro que las Fuerzas Armadas de Irak nunca tuvieron un ápice de posibilidad de defenderse, ni hablar de prevalecer. Saddam Hussein no las llevó a una guerra, sino al matadero; entregando la nación, al mismo tiempo, en bandeja de plata al imperialismo. Trágicamente, la situación de Libia es aún peor que la de Irak en su momento, pese a que era tan fácil de predecir como aquella. (Immanuel Wallerstein metió groseramente la pata en su pronóstico.)



3. La dialéctica del Tigre

Cuando esos bravucones invocan la famosa imagen del Tigre de Papel, zhi laohu, de la cultura china---popularizada mundialmente por Mao Tse Tung y el Tío Ho--- usan la frase sin cerebro. Es decir, sin la dialéctica de los grandes estrategas. Es esa dialéctica que revela cuándo el Tigre es de Papel y cuando es tan real que mata. Su arte de interpretación es una cuestión de vida o muerte en la guerra, como Mao ha demostrado con un sinnúmero de ejemplos en sus obras sobre la guerra civil contra Tchiang Kai Chek. Pero, se puede ilustrar el problema también en forma anecdótica.

Cuando los franceses reocuparon Vietnam después de la Segunda Guerra Mundial, invitaron a Ho Chi Minh a un recorrido en sus acorazados. La intención era obvia: intimidarlo con el poder militar para que no iniciara la guerra de liberación contra los imperialistas. No lograron su objetivo. Cuando Ho se encontró después con su General Giap, el comentario fue: “Los franceses cometieron un gran error. Me enseñaron que sus grandes buques de guerra no pueden subir nuestros ríos.”

Algo semejante pasó con Chruchtchev.Cuando un político chino le reclamó que la URSS era demasiado blanda ante el Tigre de Papel del imperialismo gringo, Chruchtchev contestó: “Sucede que el Tigre de Papel tiene dientes nucleares”.



4. El crimen de Gadafi

El mayor crimen de los Hussein, Gadafi, Noriega et al es, que permiten al imperialismo reconquistar posiciones geoestratégicas que había perdido. Por eso, sus pueblos tienen que ser vigilantes ante sus promesas del “nuevo mundo socialista” y sus provocaciones populistas al imperialismo. En esto, sí, los bravucones del mundo árabe y latinoamericano pueden aprender mucho de Fidel. Tanto, de hecho, que hasta el día de hoy el Tigre nuclear no ha podido matarlo.

miércoles, 16 de marzo de 2011

Los 10 mas ricos del mundo.



Aunque parezca obsceno, el Presidente de Chile incrementó su fortuna personal en 200 millones de dólares en el último año, según la lista anual de la revista Forbes que se dio a conocer el miércoles con los nombres de 1.210 individuos detectados por Forbes en todo el planeta que poseen más de mil millones de dólares y son dueños de 4,5 billones, o sea, millones de millones. El mexicano Carlos Slim Helú es el hombre más rico del mundo con una fortuna estimada en 74.000 millones de dólares. Le siguen Bill Gates (56.000 millones), Warren Buffett, (50.000 millones), Bernard Arnault (41 mil millones) y Larry Ellison (39,5 mil millones).


Además de Piñera, en el listado aparecen otras tres personas de Chile que encabezan sendos grupos familiares que en conjunto poseen 40,1 mil millones. Con los haberes del Presidente, los cuatro más ricos del país suman 42,5 mil millones.

El cuarteto está encabezado por Iris Fontbona, la viuda que encabeza a los herederos de Andrónico Luksic, con 19,2 mil millones de dólares y el N° 27 en el ranking mundial de la revista. En 2010 este grupo aparecía en el N° 52, con 11 mil millones. El salto se debe a la rentabilidad del cobre “de todos los chilenos” que la familia explota a gran escala a través de la compañía minera Antofagasta Plc, además de otros negocios variados como el Banco de Chile. Se trata de la tercera fortuna de América Latina, después del mexicano Ricardo Slim -que a la vez es el primero del mundo (74 mil millones)- y del brasileño Eike Batista (30 mil millones), dedicado a la minería y al petróleo. La rama minera de los Luksic anunció esta semana una "histórica inversión" de 6 mil millones de dólares para aumentar la producción de 500 mil toneladas a un millón anual. El Estado chileno a través de Codelco controla sólo un tercio de este recurso no renovable.

La segunda fortuna de Chile, con el N° 75 en el ranking mundial, corresponde a la familia que lidera Horst Paulmann, 76 años, con 10,5 mil millones de dólares en retail. Son los dueños de Cencosud, controladora de supermercados Jumbo y Santa Isabel, Almacenes París y otras tiendas de ventas al “retail”.

Los hermanos Eliodoro, Bernardo y Patricia Matte figuran en el N° 77 del listado con 10,4 mil millones, acumulados principalmente en la fabricación de papel para todo uso, incluido el que consume El Mercurio. La empresa insignia del grupo es la Compañía Manufacturera de Papeles y Cartones, con presencia en Argentina, Brasil, Chile, Colombia, México y Perú.

El presidente Sebastian Pinera aparece en el N° 488 de la lista, con 2,4 mil millones. Cuando llegó a las elecciones presidenciales de diciembre de 2009 su fortuna ascendía a 1.000 millones de dólares, pero al ganar la segunda vuelta en enero de 2010 se duplicó el valor de sus acciones LAN y otras empresas, elevándose su fortuna a 2.200 millones, según la fotografía de los más ricos del mundo tomada por Forbes en febrero del año pasado. Ahora la revista anuncia que ganó 200 millones más. O sea, cada mes ingresa 16,66 millones de dólares mientras se dedica a gobernar Chile.



Los más ricos del mundo

El hombre más rico del mundo sigue siendo el mexicano Carlos Slim (74 mil millones), que era un desconocido hasta que a fines de 1990 su amigo presidente Carlos Salina de Gortari le adjudicó la privatización de Teléfonos de México a un precio de oferta que pagó a plazo con un préstamo de Ricardo Salinas, hermano del entonces jefe del Estado. Por ironía, la lista de los más ricos del mundo la cierra otro mexicano, el narco-traficante Joaquín Guzmán Loera, apodado “El Chapo”, que lleva tres años “pegado” en el mínimo de Forbes, o sea, mil millones de dólares,

La revista afirma que sus "estimaciones de fortunas públicas son una foto de la riqueza el 14 de febrero de 2011, cuando cerramos en precios de acciones y tipos de cambio en el mundo entero. Algunos en nuestra lista llegarán a ser más ricos o más pobres dentro de semanas--incluso días--de la publicación". Asegura que más de 50 reporteros trabajaron en 13 países en recopilar las gradaciones de los multimillonarios de este 25° informe anual mundial. "A lo largo del año nuestros reporteros hallaron a los candidatos de la lista y entrevistaron a sus gerentes y empleados, rivales, abogados y analistas de riesgo. No perdemos de vista sus movimientos: los tratos que negocian, la tierra que venden y las pinturas que están comprando. Para estimar los valores netos de los multimillonarios valoramos los activos de los individuos, incluyendo las participaciones públicas y las empresas privadas, las propiedades inmobiliarias, los yates, obras de arte, efectivo y cuentas por pagar".

Los diez más ricos del mundo son:

1 Carlos Slim Helú, 74.000 millones de dólares, 71 años, telefonía, de México
2 Bill Gates, 56.000 millones de dólares, 55 años, Microsoft , EEUU
3 Warren Buffett, 50.000 millones de dólares, 80 años, inversionista, EEUU
4 Bernard Arnault, 41 mil millones, 62 años, bienes de lujo, Francia
5 Larry Ellison, 39,5 mil millones, 66 años, dueño de Oracle, EEUU
6 Lakshmi Mittal, 31,1 mil millones, 60 años, acero, India
7 Amancio Ortega, 31 mil millones, 74 años, moda, España
8 Eike Batista, 30 mil millones, 54 años, minería y petróleo, Brasil
9 Mukesh Ambani, 27 mil millones, 53 años, petroquímica, petróleo y gas, India
10 Christy Walton, 26,5 mil millones, 56 años, supermercados Walmart, EEUU

El estadounidense Buffett hizo célebre hace pocos años una frase que descolocó a muchos “izquierdistas” de la nueva ola: “Hay una lucha de clases, por supuesto, pero es mi clase, la clase de los ricos la que dirige la lucha. Y nosotros ganamos”. Se lo dijo al New York Times del 26 de noviembre de 2006.

Los más ricos de América Latina

En América Latina ahora hay 53 multimillonarios de 7 países que ostentan fortunas personales por un total de 335 mil millones de dólares. Argentina tiene dos que suman 6,5 mil millones, Bélice uno con 1,8 mm, Brasil 31 que suman 132, 6 mm, Chile cuatro con 42,5 mm, Colombia dos con 18,9 mm, México 11 con 125,1 mm y Venezuela dos que poseen 7,6 mil millones de dólares. Pocas caras son nuevas, la mayoría se repite. Abajo va el listado completo de los latinoamericanos más ricos de la región (el número de la izquierda indica su posición en el ranking mundial de este año):

1 Carlos Slim Helu, 74 mil millones, 71 años, telefonía, México
8 Eike Batista, 30 mil millones, 54 años, minería y petróleo, Brasil
27 Iris Fontbona e hijos, 19, 2 mil millones, minería del cobre, Chile
39 German Larrea Mota Velasco, 16 mil millones, 57 años, México
55 Jorge Paulo Lemann, 13,3 mil millones, 71 años, cerveza, Brasil
66 Alberto Bailleres González, 119 mil millones, 79 años, México
68 Joseph Safra, 11,4 mil millones, 72 años, banquero, Brasil
75 Luis Carlos Sarmiento, 10,5 mil millones, 78, banquero, Colombia
75 Horst Paulmann, 10,5 mil millones, 76 años, retail, Chile
77 Eliodoro, Bernardo y Patricia Matte, 10,4 mil millones, fabricación de papel, Chile
108 Julio Mario Santo Domingo, 8,4 mil millones, 87 años, cerveza y otros, Colombia
112 Ricardo Salinas Pliego, 8,2 mil millones, 55 años, retail, medios y finanzas, México
158 Marcel Herrmann Telles, 6,2 mil millones, 61 años, cerveza, Brasil
173 Dorothea Steinbruch, 5,8 mil millones, acero, Brasil
185 Carlos Alberto Sicupira, 5,5 mil millones, 63 años, cerveza, Brasil
193 Antonio Ermirio de Moraes, 5,3 mil millones, 71 años, retail, Brasil
200 Carlos y Alejandro Bulgheroni, 5,1 mil millones, petróleo y gas, Argentina
247 Aloysio de Andrade Faria, 4,3 mil millones, 90 años, banquero, Brasil
254 Gustavo Cisneros, 4,2 mil millones, 65 años, medios, Venezuela
268 Jerónimo Arango, 4 mil millones, 85 años, retail, México
310 Daniel Servitje Montull, 3,5 mil millones, 51 años, pan y alimentos, México
323 Abilio dos Santos Diniz, 3,4 mil millones, 74 años, retail, Brasil
323 Lorenzo Mendoza, 3,4 mil millones, 45, alimentos, Venezuela
347 Alfredo Egydio Arruda Villela, 3,2 mil millones, 41 años, bancos, Brasil
347 Ana Lucia de Mattos Barretto Villela, 3,2 mil millones, 37 años, banca, Brasil
376 Antonio Luiz Seabra, 3 mil millones, 68 años, cosméticos, Brasil
376 Andre Esteves, 3 mil millones, 42 años, banca, Brasil
440 Fernando Roberto Moreira Salles, 2,6 mil millones, 64 años, banca, Brasil
440 Joao Moreira Salles, 2,6 mil millones, banca, Brasil
440 Pedro Moreira Salles, 2,6 mil millones, 51 años, banca, Brasil
440 Walther Moreira Salles, 2,6 mil millones, banca, Brasil
459 Rubens Ometto Silveira Mello, 2,5 mil millones, 61 años, azúcar, etanol Brasil
488 Sebastián Piñera, 2,4 mil millones, 61 años, inversiones, Chile
488 Moise Safra, 2,4 mil millones, 76 años, banquero, Brasil
512 Emilio Azcárraga Jean, 2,3, mil millones, 43 años, medios-Televisa, México
564 Elie Horn, 2,1 mil millones, 65 años, bienes raíces, Brasil
595 Roberto González Barrera, 2 mil millones, 79 años, banca y tortillas, México
595 Jayme Garfinkel, 2 mil millones, 64 años, seguros, Brasil
595 María de Lourdes Egydio Villela, 2 mil millones, banca, Brasil
595 Edson de Godoy Bueno, 2 mil millones, 67 años, salud, Brasil
651 Dulce Pugliese de Godoy Bueno, 1,9 mil millones, 63 años, finanzas, Brasil
692 Huang Maoru . 1,8 mil millones, 45 años, retail, Bélice
736 Guilherme Peirao Leal, 1,7 mil millones, 60 años, cosméticos, Brasil
782 Liu Ming Chung, 1,6 mil millones, 48 años, papel, Brasil
879 Gregorio Pérez Companc, 1,4 mil millones, 76 años, alimentos, Argentina
879 Joao Alves de Queiroz, 1,4 mil millones, 58 años, bienes de consumo, Brasil
879 Lina Maria Aguiar, 1,4 mil millones, banca, Brasil
938 Julio Bozano, 1,3 mil millones, 75 años, banca, Brasil
993 Lily Safra, 1,2 mil millones, 73 años, viuda de Edmond Safra, de Brasil, vive en Londres
993 Roberto Hernández Ramírez, 1,2 mil millones, 68años, banca, México
1057 Lia María Aguiar, 1,1 mil millones, heredera Amador Aguiar, Bradesco, Brasil
1140 Joaquín Guzmán Loera, 1 mil millones,narco- traficante, México

lunes, 7 de marzo de 2011

Las Izquierdas Latinoamericanas, se dividen ante los sucesos de Libia.



La guerra civil en Libia ha sumado, en la izquierda latinoamericana, un nuevo motivo de división. Unos se pronuncian por la defensa incondicional del régimen de Gadafi, otros -entre los cuales me cuento- expresan su solidaridad militante con los insurrectos. Veamos cuáles son las principales divergencias.

- Gadafi, un líder antiimperialista

Esta es, sin duda, una de las principales: considerar a Gadafi como un líder antiimperialista. Lo que –según ellos- justifica esta caracterización no es tanto el tipo de sociedad que él ha creado en Libia, la pusilánime “Yamahiriya” (democracia de masas), sino la reputación que se hizo, de enemigo público n° 1 del mundo occidental. Aparentemente, no importa que eso se haya producido hace ya mucho tiempo, varias décadas, y que, en el intervalo, el radicalismo beligerante de Gadafi se haya transformado en un afán inescrupuloso de hacerse perdonar sus pecados juveniles y de ser considerado como alguien presentable por los poderosos del planeta

Muchos de los que siguen considerando a Gadafi como un líder revolucionario no saben que en su súbita reconversión ideológica, entre otras tropelías, abrió de par en par las puertas de sus país al capital extranjero (europeo y norteamericano, particularmente), se sometió dócilmente a las clásicas exigencias neoliberales del FMI, denunció a muchos de los revolucionarios extranjeros que se habían formado militarmente en ese país, y aceptó la triste pero bien remunerada función de cancerbero de Europa, impidiendo la emigración norafricana hacia las costas italianas.

Muchos, decía, no lo saben; pero muchos otros lo saben perfectamente y no les causa el menor problema porque -afirman- Gadafi ha sabido redistribuir equitativamente la renta petrolera entre su pueblo, al extremo que ha hecho de Libia el país que tiene el “per capita” más elevado de la región. Poco importa a éstos que una parte considerable de esos ingresos sean gestionados por los hijos del megalómano, como dinero propio, y que aparezcan en Europa como grandes inversores capitalistas, comprando un equipo profesional de futbol, y participaciones importantes en el capital de algunas transnacionales europeas.

- La CIA, el Mossad israelí y Al Qaeda

Si en Libia no había el menor problema, social o político, la “rebelión” de vastos sectores del pueblo sólo puede explicarse –según la conocida vocación conspiranoica de cierta gente de izquierda- por la intervención de servicios secretos extranjeros, particularmente de la CIA y del Mossad israelí, y del fantomático pero siempre útil Al Qaeda. Para los partidarios latinoamericanos de Gadafi la rebelión en Libia no se inscribe entonces en el contexto de las revueltas árabes, que reclaman libertad, democracia y mejores condiciones de vida, sino de un complot imperialista con vistas a promover una intervención militar de la OTAN para apoderarse in fine de las ricas reservas petroleras y de gas, como ocurrió con la invasión del Iraq.

La incomprensión por parte de ciertos sectores de la izquierda, de las reivindicaciones populares de libertad y democracia, es harto conocida. Como la libertad y la democracia no se comen, les resulta difícil entender que la gente salga a la calles a reclamarlas, más aún si lo hacen con el estomago lleno y rebosantes de salud. Para ellos, los hombres son como una especie particular de animales domésticos, para quienes ya es más que suficiente asegurarles la comida, protegerlos de las inclemencias del tiempo, y llamar a un medico si tienen algún problema de salud. La libertad, la democracia, y la pretensión de querer involucrarse en la definición de su propio destino, son ideas estrambóticas. Eso, como ya se ha visto en las experiencias del socialismo real, cuyos resabios no se han extinguido todavía, hay que dejarlo por ley natural a los hombres superiores de la burocracia.

- No hay ninguna prueba que los aviones bombardearon manifestaciones pacificas

Esta percepción de un complot imperialista, en lugar de una revuelta popular anti-dictatorial, legítima, por un lado, la defensa del régimen “socialista” de Gadafi y, por otro lado, la represión de todos aquellos que participan, es decir, de la gente que sale a manifestar cada día, aunque lo haga para exigir, simplemente, y con todo derecho, un cambio de régimen.

Sin embargo –afirman- la represión se ha exagerado. El régimen no ha utilizado la aviación para atacar a las manifestaciones populares. No hay ninguna prueba de ello. Es un invento más de los medios de comunicación imperialistas, para justificar la apertura de una investigación internacional sobre crímenes contra la humanidad, y la intervención de las fuerzas de la OTAN.

Poco importa a estos liberticidas impenitentes que los cadáveres, de civiles, se cuenten ya por centenas, y que millares de personas –libios y de otras nacionalidades- traten de abandonar despavoridas el territorio. Ellos no se preguntan quién los han matado, y a que peligros trata de escapar tanta gente, para no tener que responderse a sí mismos que son lo que aún le queda a Gadafi de sus fuerzas armadas y los grupos de mercenarios (no sólo africanos) remunerados generosamente con los petrodólares. Fuerzas que van a seguir asesinando al pueblo para retardar la caída, esperamos ineluctable, del que reclamándose marxista, se siente investido de un poder divino.

Ocurre, como ya lo dijeron otros autores, que la noción de “derechos humanos” es, para cierta izquierda, un concepto elástico, que se adapta a cada situación, según los intereses que estén detrás de la violencia ejercida.

- La confianza en las luchas populares

En lo que respecta la guerra civil en Libia, todos nosotros, los que nos solidarizamos desde la izquierda con la insurrección popular, somos perfectamente conscientes de los riesgos implícitos en ese conflicto, en particular de la partición del país, y de que, al final, el imperialismo recupere sin grandes esfuerzos económicos o militares, el control de los recursos naturales de ese país.

A pesar de esos riesgos, nos es imposible –por lo menos, a mí- de asumir la defensa de un régimen corrompido, dictatorial, que no se diferencia en nada de los que fueron sus aliados, Ben Ali y Mubarak y que merece el mismo fin. Por el contrario, confiamos en la evolución de la lucha de los pueblos árabes, hoy por la libertad y la democracia, y mañana por una sociedad socialista.

martes, 1 de marzo de 2011

Libia: Amenaza la O.T.A.N..



A diferencia de lo ocurrido en Túnez y Egipto, o en Yemen y Bahrein, la crisis revolucionaria en Libia ha asumido de entrada el carácter de un enfrentamiento armado entre coaliciones políticas más o menos definidas, que además registran antecedentes en las últimas décadas.

No solamente Khadafi sino también los especialistas que comentan este proceso atribuyen una presencia relevante en la oposición a la secta de Al Qaeda u otras ramificaciones que han tenido un rol protagónico en la expulsión de las tropas rusas de Afganistán en la década de los 80 del siglo reciente. La naturaleza proimperialista del oficialismo es incuestionable, que desde los 2000 ha entregado la riqueza petrolera a los pulpos internacionales y que ha invertido, él mismo, los ahorros nacionales en corporaciones extranjeras que cotizan en las principales Bolsas. El régimen, que! ha progresado del nacionalismo militar de los 70 a un régimen entreguista, también está gobernado por una autocracia familiar. No es casual, por esto, que se hubiera pronunciado de entrada contra las revoluciones en curso en el mundo árabe, ni siquiera que haya desatado una represión feroz, incluido el ametrallamiento de las manifestaciones populares desde el aíre. De otro lado, sin embargo, el gobierno de Obama le ha dado un apoyo abierto a la coalición que lidera la rebelión, a medida que se hizo manifiesto el fracaso de la represión brutal del oficialismo. Es evidente que si prospera el copamiento de la coalición de fuerzas rebeldes por parte del imperialismo, éste podría ganar un punto de apoyo para sostener el continuismo de los regímenes políticos en los países árabes donde la rebelión popular ha derrocado a los gobiernos instalados o donde está a ! punto de lograrlo. La denuncia del régimen contrarrevolucionario de Khadafi debe ir acompañado, por estas razones, de una caracterización adecuada de la oposición, de una delimitación política correspondiente y de la denuncia de los lazos que ha tejido o pueda tejer con el imperialismo. La rebelión que comenzó de una forma “pacífica” en Túnez y Egipto asume, en Libia, características de guerra civil, y el régimen existente, por otro lado, sufre deserciones de funcionarios militares y civiles relevantes.


“La ira”
La rebelión libia comenzó con la convocatoria de un “día de la ira” contra el régimen. Estuvo precedida por la movilización de los familiares de los presos políticos del régimen, que fue brutalmente reprimida. La represión de Khadafi se cobró más de 300 muertos en las primeras 72 horas de movilizaciones y atizó la rebelión, que soportó los bombardeos y una represión indiscriminada con armas de guerra.


En Benghasi, según El Pais, el 23 de febrero los manifestantes habían tomado armas y tanques del ejército. Paralelamente, brigadas enteras de soldados comenzaron a pasarse a la rebelión que comenzó a progresar en el este del país. Los imanes islámicos llamaron al ejército a “no tirar contra sus hermanos” (El País, 20/2). La dirigencia del principal clan libio –Werfella, que había sostenido al régimen- abandonó a su suerte a Khadafi, mientras una serie de ministros del Gobierno se pasaban a la oposición.


El triunfo de la insurrección en toda la zona este del país derivó en la formación de consejos populares en las ciudades. Estos comités populares, integrados por sectores intelectuales y parte de la dirigencia tradicional de los clanes –e incluso por ex funcionarios del régimen pasados a la oposición- han desarrollado milicias populares que contienen la acción de las tropas del gobierno. El carácter del nuevo gobierno provisional es el centro de la lucha política al interior de la oposición.


La insurrección ha provocado la paralización de un tercio de la producción petrolera del país. Las acciones de las petroleras que actúan en Libia han caído en todos los casos. En el caso de ENI, 5,4% en una semana. En el caso de Repsol, 4,19%. La rebelión también ha colocado en crisis al conjunto de la inversión extranjera, fundamentalmente europea, en la construcción civil, infraestructura y turismo. Se ha producido una disparada de los precios del petróleo.


Frente a este cuadro general, el imperialismo le ha largado la mano a Khadafi. La represión del régimen se ha transformado en una traba para cualquier salida de recambio, incluso se vislumbra la posibilidad de una división formal del país, como por ejemplo acaba de decidirlo un referendo en Sudán, al sur de Libia. Hillary Clinton anunció que podría enviar “apoyo armado” a la oposición en Libia – e incluso establecer una cuarentena del espacio aéreo, lo que equivale a una amenaza de derribar los aviones de Khadafi. Los opositores han iniciado negociaciones con los gobiernos imperialistas. El Consejo de Seguridad de la ONU ha votado la entrega de ayuda alimentaria a cualquier costo, lo cual podría transformarse en una intervención militar. Obama ha puesto a la V Flota en las cercanías de Libia. En los 80, Ronald Reagan no vaciló en someter a Li! bia a un bombardeo implacable.


Chávez, Fidel, Ortega…los K - el panarabismo


Los gobiernos del Alba han respondido a la crisis con un apoyo completo a Khadafi, más allá de la advertencia contra “una intervención de la OTAN”. Sin embargo, la única posibilidad de una movilización popular contra esa intervención está condicionada al repudio político a Khadafi, cuyo régimen es repudiado por las masas revolucionarias de los países árabes. Estas masas son las únicas que podrían impedir la intervención imperialista, pero el imperialismo especula, precisamente, con que la represión criminal de Khadafi pueda disimular esa intervención con argumentos humanitarios o con planteos democratizantes. No hace falta decir que el apoyo a Khadafi fortalece la campaña del gobierno de Obama, que presenta a los gobiernos del Alba como la versión latinoamericana del egipcio Mubarak, el libio Khadafi o el tunecino! Ben Alí. Los K de Argentina no dieron ningún apoyo a la revolución árabe y, en el caso de Libia, su cancillería se ha limitado a “lamentar” la violencia. Ocurre que los países del Alba, por razones opuestas a las del imperialismo, han apoyado sistemáticamente a Khadafi, en el marco de la coalición internacional de los llamados “países no alineados”. Este bloque, que nació como expresión del nacionalismo burgués popular en 1955, se fue convirtiendo en una colección de gobiernos reaccionarios y proimperialistas. La posición de los K de América Latina sobre los acontecimientos en el Medio Oriente y el norte de África es completamente reaccionaria.


La guerra civil potencial en Libia es una nueva refutación de la tesis que ve en estos procesos revolucionarios un renacimiento del panarabismo, es decir la unidad política de los estados árabes. No hay sombra de duda de que la revolución en los países árabes ha provocado un renacimiento del orgullo nacional y del arabismo, pero su contenido político es en esencia la ruptura de la “unidad nacional” árabe entre los explotados, de un lado, y los regímenes feudal-capitalistas, burgueses y pequeño burgueses reaccionarios, del otro. En la historia de la lucha de clases de las naciones o pseudonaciones árabes, la crisis actual representa, más que su momento ‘nacional’, su momento ‘social’. La independencia nacional y la unidad política del mundo árabe solamente son posibles, no por medio del panarabismo, sino de la revolución socialista.